Llegó, con su lengua pegada al paladar. Le preguntaron qué le había pasado, donde había estado, pero solo escucharon su silencio. En ese mismo momento, metió su mano temblorosa en una mochila ajada y llena de arena, de la que sacó papeles desordenados llenos de tachones.
Sus palabras fueron estas.

sábado, 10 de marzo de 2012

Lección de mi maestro

A pesar de la tristeza que me produce, sigo caminando a través de mis recuerdos.

Un día, un joven se estaba bañando en un río cercano a su casa. Sintió tan enorme paz en aquel preciso momento que oró con todas sus fuerzas a los dioses de la naturaleza:

-Oh, deidades ancestrales... ¿Pudieseis detener este placentero río para mi sosiego?

Tan solo el silencio, que no es más que el gran grito de los arquetipos, le respondió. Y el río continuó con su fluir incansable.

Era la historia favorita de mi maestro y jamás le había dado importancia, hasta que me vi forzado a intentar desterrar el recuerdo, piedra inamovible del hombre que carga con la pesada culpa del pecado impuesto.

Entonces dejé que la corriente del río desgastase las piedras que encontraba a su paso.

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