Llegó, con su lengua pegada al paladar. Le preguntaron qué le había pasado, donde había estado, pero solo escucharon su silencio. En ese mismo momento, metió su mano temblorosa en una mochila ajada y llena de arena, de la que sacó papeles desordenados llenos de tachones.
Sus palabras fueron estas.

sábado, 28 de abril de 2012

...produce monstruos

Sentado sobre una piedra caliente, miro que las cadenas de mis pies pierden su brillo poco a poco; el sol se hunde bajo aquella duna. Lo leí una vez: también para la muerte hay sepulcro. Como cada maldita noche, sigo echando de menos que en medio de este frío desierto no haya un brazo femenino que me arrope. ¿Quién lo pensaría? Detrás de cada sórdido burdel, de cada cuerpo usado, de cada noche inacabable, de cada falso gemido lanzado contra las grietas de paredes semiderruidas. Detrás de este corrupto corazón, de este lujurioso gesto, de este hombre condenado sin sentido, giro el cuello y todavía puedo verlo: Detrás de mi aún hay un romántico. Pero cuanto menos depravado soy, más se aleja ese romántico. Y aquí, esclavo de una blasfemia imbécil, en medio de la inexorable nada, no me puedo pervertir; no puedo encontrar el amor; no puedo quererte con el alma porque no puedo follarte con la polla. Le digo al rómantico que no se vaya, que no me diga adiós, que falta degeneración con la que se quede y nunca me abandone en la indeferencia de la ataraxia. Ya no brillan mis cadenas, no tengo nada más que noche para mirar. Soñaré,sí, soñaré que en mi tumba hay espacio para tí.

martes, 17 de abril de 2012

Egoismo

¿Acaso al cielo le importa
qué luz lo cubra?
En noche oscura,
en mañana esplendorosa
seguirá siendo
el mismo cielo

¿Acaso al mar le molesta
qué viento lo levante?
Sea huracán rampante,
sea brisa en primavera
solo será
el mismo mar

¿Acaso al hombre lastima
la opinión del mundo?
Dicha por el mudo,
dicha por la parlanchina
nadie se conoce
como ese mismo hombre.

domingo, 15 de abril de 2012

Retazos de la jaima moribunda

A medida que el conocimiento aumenta, lo irracional también; terrible dicotomía la de este joven que se cree anciano, de este poeta que se abraza a una soporífera prosa, de este hombre que ya no cree en nada porque ha creido en todo.
Y queda tanto por creer, por renegar.
Pico la misma piedra que mis compañeros, como la misma comida, me quema el mismo sol, duermo sobre la misma arena y sí, soy un esclavo, como ellos. Pero ellos no me ven como un esclavo, jamás lo harán: Jamás seré uno de ellos, aunque lo intenté. Ellos no ven a un camarada, no ven a un preso. No los culpo.
Ellos ven al hombre que se sentó junto a Sardanápalo, al hombre que recitaba para los príncipes, al hombre que bebía el licor más embriagador en copas de oro, al hombre al que las mujeres se agarraban con júbilo en sus miradas. Ellos ven, claro que lo ven.
Cómo tuve todo lo que ellos no tendrán en sus vidas y lo tiré a la basura.
¿Y yo qué pienso?
A veces susurro una vieja canción:

IN MEMORIAM
FIÓDOR MIJÁILOVICH DOSTOYEVSKI - Nacido en 1821, enterrado en 1849, desempolvado en 1959, muerto en 1881.

martes, 10 de abril de 2012

Parada

Cuando al final del trayecto la meta es visible, una sensación de desilusión nos embarga. Lo soñado siempre es superior a lo encontrado como el oro, más brillante en la tierra que en nuestras manos. Hoy hemos llegado a nuestra meta, pero no existe sensación parecida a la desilusión porque no hay sueños que robarle a un esclavo; todos padecen insomnio crónico.
¿Acaso esta es mi meta? Mis pies reposando dicen que si pero mi razón no entra en ella, no es capaz de asimilar un final. Caminaba por el desierto y sólo veía desierto pero sabía, que aunque infinito a la vista, no todo era desierto.
Sin embargo, aquí solo veo desierto.
Tal vez mañana, la lluvia fluya con furia arremolinando la gruesa arena, diluyéndola en una insondable laguna. Sin embargo, solo veré desierto; los presos somos esclavos crónicos.

viernes, 30 de marzo de 2012

Naturaleza desértica

Como si de una escolopendra lisiada se tratase, la caravana de esclavos se desliza a través de las dunas del desierto; unas piernas son largas, otras cortas. Unos pies son grandes, otros pequeños. Unas plantas apoyan los dedos, otras el talón.

Sin embargo, las herrumbrosas cadenas con su arrítmico tintineo nos hacen iguales: Presos.

Como si fuese un crótalo esquizofrénico, puede ser que veas a alguno sonreir, a otro llorar, al de más allá maldecir y a aquel hablar simplemente, mientras el sol del mediodía chamusca nuestra piel, mientras los mosquitos se alimentan de nosotros con sus punzantes trompas.

Sin embargo, el látigo escribe en escarlata un mismo nombre en nuestras espaldas: Esclavos.

Como las púas rotas de un cactús moribundo, se intentan clavar nuestras esperanzas a la vida o al futuro o a cualquier sueño banal. Algunas se rompen, otras no llegan a rozar con su extremo y otras se desclavan de la piel curtida de la fortuna.

Sin embargo, todos creen que caminamos por el mismo desierto de nombre funesto: Justicia.

Yo no.

sábado, 10 de marzo de 2012

Lección de mi maestro

A pesar de la tristeza que me produce, sigo caminando a través de mis recuerdos.

Un día, un joven se estaba bañando en un río cercano a su casa. Sintió tan enorme paz en aquel preciso momento que oró con todas sus fuerzas a los dioses de la naturaleza:

-Oh, deidades ancestrales... ¿Pudieseis detener este placentero río para mi sosiego?

Tan solo el silencio, que no es más que el gran grito de los arquetipos, le respondió. Y el río continuó con su fluir incansable.

Era la historia favorita de mi maestro y jamás le había dado importancia, hasta que me vi forzado a intentar desterrar el recuerdo, piedra inamovible del hombre que carga con la pesada culpa del pecado impuesto.

Entonces dejé que la corriente del río desgastase las piedras que encontraba a su paso.

viernes, 24 de febrero de 2012

Harapos de arena

El cielo sigue siendo azul para el esclavo fustigado por el latigo del guardia. Aunque caiga al suelo abrasador del desierto matutino de bruces, mientras sus lágrimas riegan un oasis a modo de espejismo que ningún peregrino sediento podrá mirar, el cielo no ha tornado su color azul.
¿Qué le importa al ser encadenado conducido a través del desierto que el cielo tenga un nuevo color?
¿Qué me importa a mi, condenado poeta, que los nuevos rimadores compongan gestas festivas para contentar a un pueblo abandonado a la miseria irreductible de la incultura?
Tan solo se quiere recuperar lo arrebatado, lo perdido por nuestra rebeldía injustificada, por nuestra escapista degeneración. Tan sólo quiero recuperar mi lírica pesimista, mis errores métricos y mi musa, sin importarme cual de ellas es la wue de nuevo me es concedida. El esclavo tan sólo quiere seguir viendo el cielo azul, ese mismo cielo azul que reinaba el día de su captura, de las flagelaciones y los golpes certeros en sus costillas por parte de los guardias delante de su hijo. Sí, el sigue viendo ese mismo cielo azul que reinaba el día en el que aún era medianamente libre.
La caravana del yugo continúa su travesía por el desierto, deseando no vestir harapos de arena para siempre, bajo un cielo, que por ahora, sigue siendo azul.